Una aproximación a los encajes Españoles

Los encajes según su forma y estilo

Foto 1: S. XVII

Foto 2: Bolillos antiguos (Museos de Arenys)

Foto 3: S. XVI y XVII


La historia de los encaje en España se remonta a tiempos muy antiguos. Vestigios de pasamanería, comienzos de este arte del encaje, han quedado en esculturas, capiteles, pinturas o tapices. Así se puede apreciar en la Dama de Elche en la Dama de Baza y otras esculturas de damas ibéricas, en forma de adornos, vestimentas etc. La utilización de trenzas, cordones realizados con fibras flexibles y /o metálicas permite considerarlos como verdaderos precursores de los encajes españoles de los siglos XVI y XVII.

En cuanto a los restos más antiguos llegados hasta nuestros días, se puede citar un ejemplar del S. XI. Un trozo de tela procedente de una casulla atribuida a Santo Domingo de Silos ornamentada con una pieza de guipur de hilos metálicos en forma de franja. Un encaje de ornamentación burda pero de técnica perfecta.

Otro ejemplo lo tenemos en la casulla de S. Bernardo Calvo. Se remonta al S. XIII y se conserva en el Museo de Vich. Se trata de un trabajo de hilos pasados y entrelazados en blanco y oro.

A partir del S. XV en adelante hay infinidad de citas en documentos e inventarios así como también pinturas que han llegado hasta hoy y que atestiguan la evolución que se ha venido produciendo en la realización de los encajes.

Durante los siglos XVI y XVII se produce una gran expansión y los encajes se difunden sin barreras a todos los estratos de la sociedad, hasta que llegó el momento en que los Reyes tuvieron que promulgar pragmáticas para limitarlos. Las reproducciones que de los encajes hacen los pintores de la época, son tan extraordinarios y detallados que se han convertido en auténticos documentos históricos para poder realizar un seguimiento de la evolución de los mismos. La mecanización de los encajes durante el S. XVIII en Nottingham (1768) y Leicester (1808) – Inglaterra-, y ya en el S. XIX en Lyon -Francia-, trajo consigo la casi desaparición de los encajes elaborados a mano. A principios del S XX, los encajes manuales quedaron únicamente reducidos a los populares en zonas puntuales de Galicia, Cataluña, La Mancha, Extremadura y Andalucía.

Los encajes los conforman: el nutrido y el fondo. Los nutridos se hacen con puntos más bien densos como el punto de tejido, el medio punto y el punto de gasilla. Los nutridos se integran en un fondo (en un origen de malla), reticulado, siguiendo siempre leyes de ornamentación de base geométrica: Torchon, Valenciennes, Cluny, tul, etc. Dependiendo de la técnica encontramos otros fondos en los que los nutridos van separados y se unen mediante pequeñas bridas y trenzas, quedando pequeños espacios o vanos como fondo. En otros casos como el encaje de cinta, en su forma más primitiva, quedan estos unidos unos a otros sin dejar prácticamente espacio de fondo alguno. Y en sentido contrario podemos encontrarnos con fondos que por su densidad llegan a tomar tanta significación e importancia como si de un nutrido se tratara. Es el caso de los encajes de Flandes, Binche o Milán.

En cuanto a la ornamentación, los modelos geométricos son los más antiguos y siguen el esquema de la pura geometría. Los motivos o nutridos se reúnen en grupos unidos entre sí por yuxtaposición, asociación, movimiento y reposo. El primer sistema de agrupación: por yuxtaposición, es uno de los más frecuentes y antiguos. Mientras que los asociados al movimiento se producen en épocas posteriores. Los motivos con carácter figurativo: flora, fauna y figura humana e realizan sobre todo durante la época renacentista. Alcanza su madurez en el S. XVII con encajes como el Duquesa, la Blonda, y el Chantilly. Dentro del grupo en el que el movimiento es protagonista, se encuentran los encajes de Milán. Predominan las líneas curvas, los motivos son de gran tamaño, van encadenados sin saber dónde empiezan ni acaban, y unidos entre sí por pequeñas bridas.

El nombre de “puntes” o “puntillas” en frances “dentelles”, viene dado por el acabado en forma de puntas o dientes de sierra que se da a ciertos encajes, que se han venido usando como adorno en bajos de faldas y enaguas. En el lado opuesto se remata con “el pie”.

Puede ser realizado con un punto sencillo en forma de estrecho galón o ribete. Es el borde que posteriormente se unirá a la tela. En España el pie siempre se trabaja en el lado izquierdo, aunque en otros países como Inglaterra, el borde o “pie” se trabaja en el lado derecho y el borde decorativo en el izquierdo. El entredós se caracteriza por disponer en ambos lados de sendos pies. También podemos estudiar los encajes por su estilo.

Según la combinacion de los elementos antes citados y otros no incluidos aqui por no extenderme, se determina el estilo. Los encajes se agrupan por clases, géneros, familias y especies. Cuando hay interferencias entre ellos surgen los encajes mixtos.

Los géneros de encajes se agrupan por familias y son aquellos que siguen conservando las mismas características de origen y que solo han sufrido pequeñas variaciones, pero manteniendo grandes analogías.

La especie agrupa encajes que tienen ciertas semejanzas, pero son comparativamente diferentes en conjunto con encajes de su mismo género. La complicación de los encajes se fue realizando por el proceso de transferencia de unos géneros con otros, de unas especies con otras, etc. hasta llegar a cientos de variedades con pequeñísimas diferencias. La comunicación se realizó traspasando fronteras, lo que fue posible por medio de muestras. Un conjunto de muestras viene a ser un “dechado”, equivalente a un libro de carácter docente en el que se explicaba la técnica y el esquema decorativo, de forma que el aprendizaje se hacía de forma autodidacta.

Bibliografía: “Catálogo de Encajes y bordados” Mª Angeles Gonzalez Mena.

(Madrid-1976-)


Los encajes en Galicia

Encaje de Camariñas


Una leyenda conocida respecto al origen del encaje en Galicia cuenta que uno de los muchos barcos que pasaban frente a las costas gallegas naufragó debido al oleaje siendo muy pocos los supervivientes. En agradecimiento a la ayuda prestada por la gente de estas tierras que les dieron posada y comida, una dama italiana que viajaba en ese barco enseñó el arte de palillar a las mujeres de Camariñas, desde donde se extendió a toda la costa gallega. Leyendas aparte, a finales de la Edad Media el intenso tráfico comercial entre Flandes e Italia, pudo propiciar el origen del encaje en la costa gallega. Gran incidencia tuvo también el Camino de Santiago, aportando elementos culturales de toda Europa. Existen referencias de piezas de encaje variado en inventarios y otros documentos de los S. XV y XVI.

Hacia 1520, el conde Fernando de Andrade, partió hacia Flandes y participo en las guerras que ocupaban entonces Europa, con un numeroso ejército de la comarca de Pontedeume. A su vuelta, estos hombres vinieron no solo con muestras y modelos de encaje, sino que también regresaron casados con mujeres que conocían la práctica de esta labor. De esta manera se introducen nuevos modelos y técnicas que se expandirán fácilmente por el litoral gallego. Dentro de los diversos tipos de encaje, el guipur, con motivos geométricos sencillos es el más característico de la zona de Camariñas. De cualquier forma también se ha visto influenciado por otros tipos de encajes como pueden ser encajes de fondos decorados o de encajes numéricos, cuyos diseños se han adaptado al encaje de Camariñas. Clicar en las imágenes para ver detalle. Ver más en: MUSEO MECAM DE CAMARIÑAS


Los encajes en Almagro

Blonda de Almagro


Almagro, en el área geográfica de “La Mancha”, es un centro encajero tradicional. Ya en el S. XVI las mujeres se ganaban la vida con el encaje tal como describe Cervantes en “El Quixote”. Desde 1766 al 1800 el encaje se convirtió en una industria próspera cuando La Sra. Rita Lambert y más tarde D. Juan Bautista Torres provenientes de Madrid y Cataluña respectivamente montaron la producción de Blonda. En aquellos momentos la producción catalana de blondas se exportaban a todo Europa y Almagro se convirtió en el suministrador de encajes de blonda para nuestro país.

Los encajes de Almagro se solían hacer con hilos más gruesos que los hechos en Cataluña, pero la típica mantilla hecha en Almagro trabajada en seda con ciertos regustos góticos en el diseño se hicieron muy populares, aunque curiosamente no existe arquitectura gótica en la zona. Lo cual quiere decir que incluso este tipo de encaje pudo llegar desde fuera de ese área geográfica.

La tradición nunca decayó totalmente, y hoy en día se trabaja además de la blonda, el Encaje Popular, similar al trabajado en Camariñas, aunque los diseños difieran en la forma de hacer los guipures y la combinación de los puntos que componen el encaje. MUSEO DE ENCAJES DE ALMAGRO

Los encajes en Castilla León

Motivo "Soles de Salamanca"


Castilla y León son lugares de importancia en el mundo de los encajes tanto de bolillos como a la aguja y dispone de referentes que avalan la antigüedad de los mismos con una pieza fechada en 1530 en el Monasterio de Carrizo. Motivo característico de los encajes de esta región española son los “soles” trabajados a la aguja. Ya se conocían en los S. XIV, XV, y XVI y alcanzaron su perfección en el S. XVII. Los “Soles de Salamanca” y “Soles de Astorga” son las denominaciones más generalizadas y existen piezas en el Monasterio de Silos, de Peñaranda, Alba de Tormes, Monasterio de Carrizo y de la Hiniesta en Zamora. De ellos se derivaran los que posteriormente se conocen como Soles de Tenerife y Soles de Paraguay.

Los trabajos de malla y macramé también han tenido una gran importancia.

La malla se conoce ya en tiempos de los Iberos y el macramé (palabra de origen árabe “mac-rame”, significa nudo) fue trabajada en Castilla y León los S. XV, XVI y XVII.

Los encajes en Cataluña


La historia del encaje en Cataluña se remonta al s. XVI. Parece que fue popular en aquella época un encaje a la aguja parecido a la Reticella italiana. En los s. XVII y XVIII, los encajes metálicos se usaron con asiduidad para decorar los atuendos eclesiásticos y los mantos de las imágenes religiosas. Pero también las clases menos acomodadas realizaban los encajes aunque fuera con hilo de pitta. Se exportaban a Europa.

Durante el s. XVII se desarrolló una importante industria. Estaba organizada de manera que los diseñadores suministraban los picados y los materiales a las encajeras, que trabajaban en sus propias casas. Existía una gran influencia francesa y se trabajaba con hilo de seda y en técnicas como el Chantilly, la Blonda y otras técnicas en las que se mezclaba el encaje a la aguja y el de bolillos. Posteriormente y por razones prácticas de conservación, se cambió la utilización de la seda por el algodón en las piezas de blonda, evolucionando así hacia lo que hoy conocemos como Ret-fi o Puntes d’Arenys. Llamándose así por producirse en las villas de Arenys de Munt y Arenys de Mar.

Ret-Fi

Pañuelo en Ret-Fi

Abanico en Ret-Fi

detalle Ret-Fi

El Museo de Arenys de Mar tiene su origen en el antiguo Museo Fidel Fita. Una muestra de la historia y el patrimonio de Arenys que se remonta al año 1917, cuando un grupo de personas de la ciudad preocupadas por el patrimonio del pueblo decide reunir objetos de valor histórico y darlos a conocer.

El Museo de Arenys de Mar abrió sus puertas una vez renovado el 13 de marzo de 1983 con motivo de la cesión por parte de la Generalidad de Cataluña de la col Colección de puntas Frederic Marès y Deulovol, que este dio en depósito con la condición de que fuera expuesta en Arenys de Mar bajo el nombre de Museo Marès del Encaje. Este espacio ha ido creciendo con la donación y la adquisición de piezas de encaje que le han convertido en un museo de referencia en Europa.

La colección ilustra una amplia y variada gama de técnicas de encaje, entre las que la de bolillos se encuentra ampliamente representada, conjuntamente con una extensa muestra de encajes a la aguja, todos ellos dispuestos dentro de diferentes diseños y estilos que datan desde el S. XV hasta nuestros días.La riqueza de las piezas mencionadas incluyen algunas trabajadas en oro y plata, llamadas Punto de España (S.XVI y XVII), intrincados bordados de Castilla, Extremadura, encajes bordados en seda y algodón, encajes de Venecia, de Flandes: Binche, Rosalina, Duchesse, Valenciennes, Belga, Inglaterra, Bruselas. Encajes de Francia: (Alençon- Aguja), Lille, Malinas, Caen, le Puy, Cluny, etc; de Inglaterra: Honiton; de Malta, Rusia, Irlanda y una gran variedad de Blondas catalanas, en sedas blanca y negra, y el encaje genuino de este área geográfica: el Ret- fi Català o Punta d’Arenys. Más información en la página del MUSEU MARES DE LA PUNTA

En el Arboç sigue viva la tradición según la cual Santa Úrsula pidió trabajo a la Virgen para 11.000 doncellas amigas suyas. Para satisfacer la demanda, la Virgen la aleccionó en el arte del encaje de bolillos. Con el oficio aprendido, enseñó a todas sus amigas antes de emprender el peregrinaje hacia Roma.

Como se sabe, Santa Úrsula y sus 11.000 vírgenes fueron martirizadas en Colonia, de vuelta su pais: Bretaña. Se supone pues que no solo llegaron a aprender este arte, sino que lo habían divulgado durante su viaje.

Según la tradición Arbocenca, el arte de hacer bolillos nunca morirá, porque la Virgen lleva encajes en sus vestidos y siempre habrá devotas que estén dispuestas a enriquecer su indumentaria.

MUSEU DE PUNTES DE L'ARBOÇ


detalle floral Encaje de l'Arboç

Blonda de l'Arboç

Encaje de l'Arboç

Representación figurativa

En el siglo XX, en plena época de gran industrialización, nació en Barcelona un encaje con características propias, que fue bautizada por sus creadoras, las hermanas Antonia y Montserrat Raventós i Ventura, con el nombre de “Punta de Barcelona”.

En el año 1951, el Capítulo de la Catedral de Barcelona, encargó unos lienzos para el altar mayor, con el fin de ser estrenados durante el Congreso Eucarístico que se había de celebrar el año siguiente. Dado que el encaje tenía grandes dimensiones, era un problema que lo trabajara una sola persona. Las hermanas Raventós hicieron un diseño aplicando como motivos, diferentes detalles de la Catedral: la cruz, arcos, cresterías y otros motivos arquitectónicos: como la reja de hierro forjado del pulpito, un caracol que recuerda la plaga sufrida en el siglo XVI mientras se edificaba el templo, y que quedó plasmado en su escalera, así como también en el campanario y las arquivoltas del portal de Sta. Eulalia.

El encaje se realizó según aquel dibujo en pequeños fragmentos, donde se mezclaron partes realizadas en encaje de bolillos y otras en encaje a la aguja.

Trabajaron 39 encajeras durante nueve meses. Una vez acabado se dieron cuenta que la pieza tenía un carácter propio y no se parecía a ningún otro encaje realizado hasta el momento, y la bautizaron con el nombre de Punta de Barcelona”.

Posteriormente se recibieron otros encargos como el camino de mesa del Palacete Albéniz y un suplemento para los extremos de la misma. También unos lienzos para la Capilla del Bon Consell del Ayuntamiento de Barcelona en los que se emplearon 2.200 horas para su confección.

Las hermanas Raventós lucharon y trabajaron por el reconocimiento de los encajes durante años, dando clases y recopilando información, llegando a publicar un libro en 1963 con un tratado sobre los encajes que se realizan en toda Europa.

A raíz de las exposiciones montadas en el Salo del Tinell en 1960, otra en 1961 en l’Escola Lluisa Cura y una retrospectiva en 1963 con los encajes que durante años habían realizado sus discípulas, surgió la posibilidad de crear un Patronato y a su vez la “Escola de Puntaires de Barcelona”, institución que empezó a funcionar dentro de la Escola Massana de Barcelona.

Posteriormente por falta de espacio fue trasladada al Palacio de la Virreina y después de varios años instalada en el Museo Textil y de la Indumentaria, ha sido trasladada su sede recientemente a la C/Sant Erasme, num.11 bajos de Barcelona.